Mi nombre es Gabriela y tengo una discapacidad intelectual.
Pero mi historia va mucho más allá y no es una cuestión de limitaciones, sino una demostración de que, con afán de superación y el apoyo de las personas que me rodean, al igual que cada uno de vosotros, he sido capaz de superar las barreras que me he ido encontrando en el camino para alcanzar mis objetivos personales y profesionales.
Hoy en día trabajo en compañía aseguradora CNP Iberia, donde empecé hace casi un año desempeñando labores de auxiliar administrativo y soy responsable de la documentación física y digital de la compañía. Pero el camino hasta aquí no ha sido fácil, como tampoco lo habrá sido para muchos de vosotros.
Nací en Colombia, donde tuve dificultades para seguir el ritmo académico de mis compañeros. Mis profesores hicieron lo posible por brindarme su apoyo, pero a pesar de eso, me resultaba difícil sentirme igual que los demás.
Con 14 años llegué a España con mi familia, y empecé a estudiar la ESO y el Bachillerato en un colegio ‘normal’, donde las diferencias en el ritmo de estudio y de aprendizaje con respecto a mis compañeros hicieron que apareciera el rechazo y, con él, el bulling, lo que me llevó a sufrir problemas de autoestima y ansiedad.
Tras la detección tardía de mi discapacidad, recomendaron que mi educación se realizara en un centro de educación especial para personas con discapacidad, donde al principio me sentí perdida al ver niños con otro tipo de discapacidades y, en los algunos casos, con historias de vidas muy diversas con las que no me sentía nada identificada.
No aceptaba mi discapacidad intelectual y no sabía cómo seguir adelante. Pero con el apoyo del centro y de psicólogos aprendí a aceptarla y verla de otro modo, y decidí luchar por mis sueños, prepararme con tesón y afrontar los retos que la discapacidad y la vida tenía previstos para mí.
Gracias a mi gran constancia y esfuerzo, y con el incondicional apoyo de mi familia, me formé como auxiliar administrativo, gestor de datos, y experto en competencias sociolaborales para mejorar mis habilidades técnicas y de comunicación. Y siempre con la gran ilusión de poder ocupar un puesto ordinario en una empresa, que me permitiera desarrollar mis capacidades y habilidades.
A lo largo de mi etapa profesional he tenido distintas experiencias laborales, pero siempre me ha entristecido ver las pocas oportunidades que existen en el mercado, y que la mayoría de las ofertas para personas con discapacidad son para puestos sin mucha responsabilidad. He vivido en primera persona cómo siguen existiendo ciertos prejuicios para nuestra incorporación en el mercado de trabajo. Ideas como que ‘somos enfermos’ o que ‘no podemos aprender’ están todavía presentes en algunos procesos de selección.
Sin embargo, está demostrado que las personas con discapacidad tenemos la capacidad suficiente para realizar actividades laborales cotidianas e, incluso, para trabajar en la creación y desarrollo de proyectos personales y empresariales. Únicamente lo hacemos a un ritmo diferente al de otros, pero ¿no te pasa a ti lo mismo en algunas ocasiones?
Valores como el esfuerzo y la constancia son fundamentales para el éxito de cualquier persona y, afortunadamente, cada vez tenemos más referentes que demuestran que una persona con discapacidad puede hacer las cosas bien en cualquier ámbito laboral. Superar las barreras de la discapacidad no depende solamente de nosotros, quienes la tenemos, también depende de nuestro entorno (familias, amigos, empresas, compañeros, etc.) y de las facilidades y herramientas que nos ofrezca.
Hay muchas iniciativas y pequeñas acciones que las empresas pueden poner en marcha para fomentar la inclusión laboral de personas con discapacidad y hacer que su trabajo aporte valor. Impartir cursos adaptados, adaptar los puestos de trabajo o las funciones a desempeñar a personas con discapacidad o contar con el apoyo de preparadores laborales que acompañan a las personas con discapacidad los primeros meses de adaptación, son algunos ejemplos de ellas.
En este último siglo, hemos asistido a cambios importantes, y se comienza a percibir la discapacidad con un enfoque más amplio gracias a la información y a la implicación de toda la sociedad. Pero todavía queda mucho por hacer para ayudar a que los 4,3 millones de personas con discapacidad en España y los casi 2 millones en edad de trabajar superen las barreras del mercado laboral.
Hagámoslo realidad con la creación de entornos laborales inclusivos, donde las personas con discapacidad aportemos y podamos desarrollar nuestras habilidades sociales, profesionales y personales.
Yo ya lo he hecho, y doy las gracias a todos los que me acompañáis, día a día, para poder seguir desarrollándome. Desde mi puesto de trabajo en CNP Iberia, no solo realizo tareas para las que he me he formado, sino que también ayudo a mis compañeros a entender y trabajar con la discapacidad. Además, cuento con la ayuda del equipo de Empleo con Apoyo de la Fundación Juan XXIII, que hacen que mi adaptación a las nuevas tareas sea más fácil.
Actualmente estoy desarrollando mis habilidades de comunicación para dar más voz y visibilidad a la inclusión laboral de las personas con discapacidad. Y ¿por qué no para ser la inspiración de una nueva Gabriela?
Mi nombre es Gabriela y mi discapacidad no es mi historia.
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